Adentro

Leí Ornamento, última novela del autor colombiano Juan Cárdenas, publicada este año por la editorial española Periférica. En su catálogo una constelación de raros, poco difundidos o traducidos, de izquierdas o de posiciones poco centrales, pero también algunos clásicos o que en nuestra tradición se leen como tal. Varios latinoamericanos, también. Algunos incluso jóvenes. En la biografía de Cárdenas, nacido en Popayán en 1978, residente en España durante varios años, se informa que se trata de “uno de los jóvenes autores latinoamericanos con más proyección del momento”. La frase dice poco y a la vez podría referir a cualquier otro escritor, no a Cárdenas. En mi caso, lo descubrí en un intercambio de mails con el escritor mexicano Emiliano Monge en la revista digital Traviesa. En sus mails, escritos entre la mudanza y los viajes de Quito a Bogotá, Cárdenas piensa (escribe) el clima político de Ecuador (“La cultura es el gran talón de Aquiles de los gobiernos de izquierda. Y Ecuador no parece ser la excepción, a pesar de las verdaderas proezas que Correa ha hecho en materia de educación. De todos modos, confío en que de aquí a unos años Ecuador se convierta en una referencia a nivel regional.”), de su participación en discusiones y espacios de arte, del potencial revolucionario del entretenimiento popular, de literatura y escritores, de la herencia del barroco, de Latinoamérica.

La inteligencia de Cárdenas me cautivó. La mirada política. Latinoamérica. Yo tenía que leerlo, alguna vez. Finalmente leí Ornamento, que adquirí en una parada exprés en Bogotá (Periférica tiene buena distribución en Latinoamérica, pero el fetiche…).

La trama, apenas leída, resulta interesante. Número 1, número 2, número 3, número 4, voluntarias para examinar los efectos de una droga recreativa que funciona únicamente con mujeres. El científico que diseña la droga y las monitorea. La hacienda colonial transformada en laboratorio diseñada por un arquitecto calvo muy elegante. El diseño de estados de ánimos, el diseño ecológico y el diseño del mundo. El arte. La gracia. La novela transcurre en Colombia, en Bogotá, pero la ciudad, como los personajes, aparece sin nombre. Una frase atribuida a Hernán Cortés se repite: “Quitar los ídolos y poner las imágenes”. El resto, el sobrante. El ornamento. El significado.

No sé si es cierto que Cárdenas es uno de los autores con “mayor proyección” del momento. Sé que me gustaría que así fuera. Que Ornamento se leyera masivamente. Que se disfrutara y se pensara en ella. Que se mirara, en colectividad, con la comezón o la intuición o la certeza o la apasionada negación de estar frente a una obra verdadera.

 

 

¿Pero escribe contra algo o alguien Cárdenas? ¿Sería posible que yo lo leyera si, en vez de publicar en una editorial española que puede encontrarse, aunque con dificultades, en países de habla hispana, Cárdenas hubiera publicado Ornamento en alguna editorial independiente colombiana? ¿Y sin internet habría llegado a su escritura? Hay problemas que se me plantean pero los más importantes, al menos los más interesantes, son los que Cárdenas se planteó al escribir, que se discuten en su obra. Se escribe contra el mercado y la literatura falsa, contra las novelas de tramas, contra el lenguaje convencional, la ideología hegemónica, pero desde dónde y cómo, Latinoamérica es una periferia sólo si se admite que hay un centro, sin embargo seguimos leyendo literatura publicada por editoriales, no podemos acceder a todas, hay una ordenación del mundo que se traslada a nuestros consumos estéticos, no es posible dejar de preguntarse también esto, además del valor de las obras, y de lo poco que significan algunas ideas, algunas aglutinaciones artificiales, movimientos que no son movimientos, sus criterios estéticos no son determinantes únicos, por eso me resulta difícil la idea el escritor que lucha desde afuera, un outsider, y cuál de todos los afueras, sin duda Cárdenas se opone a la literatura fácil y al mercado, a una tradición cantada en otro lado, la explotación de un tema o un estilo, las novelas sin ideas, sin inteligencia, sin erudición, pero entre todos esos problemas, creo, la literatura, la gracia y el significado todavía importan mucho más que lo demás. Cárdenas no es un outsider. Hay que leerlo para saberlo. Él está adentro. Al interior mismo de la literatura.

(en dossier Versus, Vozed)