Todas las pesadillas

No vuelvo a delegar cosas. No puedes. El trabajo que se entrega a tu nombre debe ser hecho enteramente por ti.

(me acordé de una cosa que dijo en Twitter Alón sobre ‘el trabajo bien hecho’ como su tema favorito en el cine).

Así, aunque delegué un enorme trabajo, no pude entregarlo sin revisar. Entonces, una revisión pormenorizada. Y errores. Y cosas que yo haría distinto. Y pensar: será mi nombre, serán mis errores, serán los reclamos que yo escucharé. No puedes. Hacerlo de nuevo. Un mes. Trabajo pesado, neurótico: corregir. Vuelves sobre tus pasos. Una mayúscula que cambias a minúscula y luego a mayúscula y luego a minúscula, y apuntarla para volver sobre esta palabra al final, y decenas de apuntes: revisar esta parte, revisar esta otra.

El deadline.

Un último empujón. Trabajo rusheado. Un día con su noche de trabajo. Pensar: mejor. Pasado mañana esto habrá sido un trabajo terminado.

Trabajo disciplinadamente, como hace mucho no. Miro el reloj y el número de páginas en la esquina del Word y me congratulo: voy bien en tiempos. (siempre, las horas se consumen más rápido de lo que uno calcula.) Una pausa a veces, corta. Otra, un poco más prolongada pero necesaria. Una Pepsi. Un café. Trabajo. Hay una parte del libro interesantísima; la leo y corrijo en el estado alterado que da la concentración.

Luego, el error. Una computadora sobrecalentada (siempre la apago y este fin, por qué no, decidí sin decidir que se quedaría doblada sobre sí misma). En el archivo, unos asteriscos en lugar de letras. Sin pánico, el caramelito gira. Y gira. Y gira sin final. Entonces, resignación (manzanita Q). Tengo autoguardar cada dos minutos, de todos modos y según recuerdo. Y luego, ese mensaje rápido, un flashazo (ahora veré ese segundo en mi pantalla durante mis pesadillas).

Save changes?

Yes.

Porque pensé que eso era lo mejor.

Más tarde, por Agustín Fest, me entero que es un error de Microsoft, un bug del que han alertado hace tiempo y que aún no se resuelve. La solución: cuando pregunte si guardar, decir que no.

Para qué contar las horas perdidas tratando de recuperar una versión anterior del archivo, bajando trials de programas, leyendo foros de Mac, perdida en la desolación del internet por la madrugada.

Y todo el tiempo reflexionar: ¿Por qué, por qué no mandé el archivo cada tanto a mi correo? ¿Por qué esta vez no, si siempre lo hago? En un mes no lo hice. No lo pensé. No pensé necesario que un archivo de 900 páginas tuviera un par de respaldos. Y eso es lo que jode al final. Parecer amateur. No prevenir.

Otra cosa que me jode (las lágrimas de frustración salieron sin esfuerzo por la mañana): hoy es la cita con el cliente. 2,30, Condesa. Tenía planeado todo. Algunas cosas que quería comentarle, aprovechar para hablar de otro tema, entregar un trabajo bien hecho.

(ese punto culminante feliz, una historia que acaba bien)

Ahora: la clásica excusa del perro que se comió mi tarea. ¿Hay algo peor que decir una verdad que parezca una mentira? Decir una excusa que no es una excusa, sino una razón comprobable, una realidad de la que uno es inocente.

Reflexiones que son antesala  para este momento. Fest me recomendó este programa, Disk Drill. Escanea, pero no recupera sino hasta después de comprar el trial. En el preview del scan (jerga, jerga cibernética) pude ver, quise reconocer algunos cambios que hice ayer mismo. En teoría, es una versión avanzada. ¿Pero quién está seguro de esto? Todos los programas que probé sugieren que recuperar archivos borrados, dañados, depende de muchos factores; que, en resumen, nunca se sabe.

(me he resignado a hacerlo todo de nuevo, y me consuelo pensando que será un trabajo mejor hecho que éste, más reflexionado, más fundamentado, con la atención puesta en los detalles) (otro mes de trabajo, una historia graciosa en el futuro, un karma de trabajo que será recompensado: todo lo que pueda pensar para evitar caer en el drama, en la autoconmiseración, en el azote sin final).

En la mañana pagué la versión pro del Disk Drill (80 euros). Mi analogía ignorante: como un enfermo de cáncer que ya no tiene nada qué perder. Actuar de forma madura, actuar como debe actuarse, conservar la calma, el temple, la visión. Antes de llamar al cliente y abrir mi corazón ante él (eso será), intento esto último. Un último intento. Si no funciona, un mes más de trabajo, atención a los detalles, karma, etcétera.

Dice que 'I sponsored at least 5 coffees for the team'

 

(Estoy a punto de ver si acabo de tirar 80 euros al inodoro.)

(continuará)

 

(una hora después, actualización)

Salvé un 60/70%. No todo el trabajo se perdió (importante). No tendré que revisar todo de cero (importantísimo). Pero hablé con el cliente. Lo previsible: un tono de voz molesto. ¿De qué sirve repetir esta frase “parece excusa, pero es verdad”? ¿Qué es verdad? Siempre se puede rastrear la culpabilidad. En esta verdad (accidente de Word) hay una excusa y una acusación hacía mí. Irresponsable y despistada. ¿Cómo le vendes eso al cliente?

Volver a trabajar. Además, para sentir que he sido una mártir, para la imagen del estoico que, herido, se hace una curación provisional, desde en la madrugada traigo un fuerte dolor en la muñeca, el famoso síndrome del túnel carpiano. Me tomé un flanax y me puse un hielo. La vida sigue. Trabajar. Seguir. Sufrir. Y reírte del sufrimiento, siempre, qué más queda, como único remedio.

 

9 comentarios en “Todas las pesadillas

  1. Padre del perpetuo, amigui. Espero que salga bien. No fue en plan freelancelot, pero me pasó con miles de trabajos. No es un buen consuelo, pero eso de “la segunda sale mejor” luego sí aplica. Calma.

    XOXO

  2. Hace un mes me pasó exactamente lo mismo que a ti con mi tesis, al siguiente día estaba en el hospital con dolores muy fuertes en la vesícula. ¡Suerte con tu trabajo!

  3. Sí, google drive es bueno… igual una carpeta de dropbox donde hagas backup del trabajo cada tanto. 

    Me da gusto que hayas podido recuperar el 60/70 en vez de una caída completa. Es un respiro después de pensar que ya se perdió.

    • Lo que recuperé fue gracias a ti, Agustín. Nunca te terminaré de agradecer. Y a todos los demás que han comentado y han vivido lo mismo y ay, los quiero a todos.

  4. Me vas a odiar por lo que diré, pero me dio gusto ver que recuperaste un porcentaje tan grande. Temía lo peor.

  5. Dentro de unos meses esto será un recuerdo jocoso para compartir con unas chelas frías, Lil. Más se perdió en la guerra. Si tu cliente no es un ammateur o un rematado idiota, sabe que estas cosas pasan. Cierto, el próximo trabajo probablemente no te lo encargue a vos, pero estas cosas pasan, todo el tiempo, a gente experta.

    Beso grande, es un mal trago pero ya pasará. Y comenzarás una nueva relación con un hombre alto, interesante, de pelo oscuro, que se llama back up, y tendrán una relación difícil pero apasionante que durará por el resto de tu vida profesional. 

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