Sobre el potencial adictivo

Hace falta que alguien te lo diga de frente, alguien que persigue fines similares a los tuyos, que posee el temperamento artístico aunque entonces, durante esos días, el mío estaba por verse, alguien que está en la misma lucha, desde el mismo frente, siempre desplazándose hacia la izquierda. Al volver de la abrumadora Feria del Libro de Guadalajara, donde me dejaron presentarme con ellos debido a las columnillas que tan amablemente me permitían publicar en  El Chamuco, además de editarlos, evento en el cual tuve que hablar en público a pesar de mi acendrado temor a hacerlo, en que me encontré a un par de personas que dijeron leerme aunque yo no sabía nada de ellas, que sin saberlo me acariciaron mi tonta, infantil vanidad, y sobre todo mi anhelo de volver a Guadalajara pero de otra forma, al volver, mientras desayunábamos en un Wings del aeropuerto de Ciudad de México, un chamuco (no diré cuál, pero uno de los fundadores y por tanto de los originales) me habló de frente sobre la cocaína. Yo ni la había probado entonces, pero seguro quería comprobar esos efectos que la cultura pop -o más bien los actores al servicio de ella- nos han representado tan bien. No olvidaré lo que me dijo, dado que su trabajo es de una intelectualidad tremenda, que además involucra rapidez y humor: “Cuando vi lo mucho que me gustaba, lo mucho que me ayudaba a sacar mis cartones, la tiré a la basura”. Fue así, frente a nuestros chilaquiles, entre sorbos de café. No éramos muy íntimos, de alguna forma era mi jefe pero también mi colega. Sus palabras se me quedaron grabadas para siempre. Las dos veces que probé la coca (la “merca”) me lastimó mucho, en el pasado. Pasa que hay un punto de no retorno. Y si escribo esto es porque me inspiró Daniel Link, maestro, en este texto recuperado por Anfibia, “El túnel del tiempo”. Hasta nuestro mejor amigo uruguayo, Esteban, también lo dijo, también se lamentó, “esos chiquilines no sabían nada”. Lo que pasó hace unas tres semanas en Buenos Aires, en un evento electrónico en Costa Salguero, con cinco jóvenes muertos y tres en estado crítico, que habían ingerido alguna droga sintética (quizá éxtasis), cuyo principal componente era veneno. Nadie les dijo nada. Nadie les dijo cómo comprobar su calidad, cómo tomarla. Éxtasis. Jamás lo he probado y no niego las ganas. Mis tiernos sucedáneos eran otros. Tenía que ser en Uruguay, el país donde puedes comprar marihuana de la farmacia (si eres ciudadano). Tenía que ser allí, donde combaten las drogas con buena onda. Tenía que ser ahí, donde comprendí que se es artista sobrio o no se es.

Ninguna sustancia es inocua.

 

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