El último párrafo de este post se tecleó escuchando Snap – The Power (por razones ajenas a nuestro poder)

Qué semanas. Y apenas ayer volví a salir. A perderme en la multitud. La mujer de la multitud. La soledad no prevista. Extraño a J y a mi familia y a mis amigos. Lo único que nos acerca, durante la crisis, es un aparato. Y todo está mediado por este aparato, en chats, en video, en mensajes de voz, en mails, por teléfono (en una cabina de kiosco porteño, en la intimidad de la cabinita, mi cara descompuesta reflejada en un espejo intruso). Lo que falta es la presencia, el cuerpo, el consuelo de las miradas, el tacto, sobre todo el tacto. En fin. Después: el frío. Un julio invernal. Me hace pensar en el infierno blanco. El sitio perdido, vacío. Un invierno sin Navidad. Sin los vuelcos emocionales de Navidad, los prontos espontáneos, las determinaciones renuentes, que al menos a mí me dejan demasiado débil para afrontar el frío y triste enero. Sin eso, que no sé si prefiera pero es lo único que conozco, para instalarse -este invierno- en una franja de meses despojada de acontecimientos, un junio julio agosto sin incidentes, sin fechas significativas, sin el calor de la reunión, el alcohol y la comida, que al fin y al cabo para eso se inventó la Navidad. Un invierno, pues, a lo güey.

(pero yo sí tengo un día de reyes, una magia de Navidad, una ilusión próxima).

No lo he sufrido tanto, aunque soy muy friolenta, porque en espacios interiores siempre hay alguna calefacción. El problema es la barrera que puso entre la calle y yo. Las caminatas se acortan. Ya no me pierdo en la multitud.

Una tarde me armé una salida muy calculada: iría a la clase de yoga en la ONG, en Tribunales, y al salir caminaría rápidamente para llegar a la última función de Melancholia, que pusieron unos días en el BAMA cine durante un ciclo de Lars von Trier. Cuando estuvo en cartelera nunca la vi, después la fuimos evitando, un poco a instancias de J, y luego en soledad nunca me sentí con la “disposición mental”. Fui a la clase. Me ayudó para mis múltiples dolores lumbares, musculares, las muñecas inflamadas. Aunque en esa zona las calles son una perfecta cuadrícula, o quizás por ello, al salir tomé una derecha que tendría que haber sido izquierda y me perdí muy cabrón. Era ya de noche y las vueltas en círculo se hacían más desesperantes por lo cerca y sencillo de mi destino; recorrí desorientada calles repletas de negocios y negocitos, que aquí están atomizados, cosa que me encanta, me recuerda a Polo o al D.F. de hace muchos años: papelerías, sastrerías, confiterías, tiendas de ropa interior, tiendas de medias y calcetines, tiendas de abrigos y prendas de piel de chinchilla, tiendas de lámparas, librerías (varias) y heladerías (muchas). Finalmente pregunté en una verdulería la dirección del Obelisco y pude ubicarme. Ni siquiera vi mi reloj, daba por hecho que tendría ya unos veinte minutos de retraso. Dije ni modo. Si es por mi propia culpa no me pongo Alvy Singer. Pensé: le entenderé aunque me pierda los primeros veinte minutos, después los veré por internet. Llegué al cine, pagué el boleto, entré al baño, bajé al sótano, el chico me abrió la puerta de la sala, di un paso adentro, a una sala a la mitad de su capacidad, y la cortinilla del BAMA cine se iba desvaneciendo a negros. Llegué justo. Me metí a la última fila surfeando entre dos parejas con las piernas recogidas y llegué a la última butaca, contra la pared, con mi bufanda de cojín. Ah, satisfacción pura. No me perdí ni un segundo. Y, Alá, qué terrible habría sido. Melancholia es esa primera secuencia. Turbadora. Wagner (lo wagneriano, lo alemán, el rostro germánico, pomuloso, endurecido de Kirrrsten Dunst), Tristán e Isolda, escenas posteriores representadas alegóricamente; la Ofelia, la pesadilla del pasto acuoso, que traga; el inquietante cuadro con tres astros:

Un cuerpo tan oprimido por el dolor -un dolor que parece condensar el fin de la humanidad- que no puede ni levantar la pierna para entrar a la tina. La edénica escena de la limusina. El gris y lo oscuro graduales. Los valores de occidente. En fin. Qué gran obra. Cuánto para pensar. Pensar lo que es difícil pensar.

Por esos días leí Darkness visible: a memoir of madness de William Styron. Su descenso a la depresión. Al borde de otro cuadro. En el hoyo, por el accidente de mi papá, por lo que se desprende, por lo que obliga a meditar, por lo otro que pensaba y sentía, por el frío, por el infierno blanco, por el limitado contacto humano, por los dolores musculares… Consumí, para resistir, mucha cafeína y azúcares.

 

 

¿Sigue ese letrero de ≈ Warning: Missing argument 2 for wpdb::prepare(), called in /home/dh_834xrj/laotraisla.com/wp-content/themes/chateau-2.0/functions.php on line 91 and defined in /home/dh_834xrj/laotraisla.com/wp-includes/wp-db.php on line 1209 en la esquina superior derecha de los posts? Será que actualicé la plataforma del WordPress recientemente. Una madrugada de la semana intenté arreglarlo, actualicé todos los plugins, borré cacharros que ya no se usan, actualizar, actualizar, nada, me armé del valor levreresco y de mi antigua afición al HTML, porque acabo de descubrir que empecé a bloguear en 2005, con lo cual este año se cumplen diez de alimentar este terrible vicio, semi-interrumpidos por mi temporada de Tumblr en 2011 y 2012, donde también emprendí un poco de blogging, ¡qué años, qué cosas pasaron!, y decidí adentrarme en la junga de internet, pues además de mis incipientes conocimientos de diseño web, siempre he sabido que todo puede lograrse si uno googlea lo que quiere hacer y se pone a leer y a rebuscar en medio de los foros rebosantes de turbonerds, entonces llegué a lugares como éste y éste, y seguí los pasos, y hasta consideré buscar entre todo el código la línea incorrecta, pero era de madrugada y claro que no, pero después sí lo hice, copié y pegué en una hoja de texto, no encontré nada de lo que decían los chavos de los foros, probé agregando mamadas como ésta a la plantilla: <a href=’https://profiles.wordpress.org/ini_set’ class=’mention’>@ini_set</a>(‘display_errors’, 0); cero éxito, ya había pasado una hora y pico, y pues a la chingada, que se arregle solo. Por eso pregunto si sigue ahí.

 

(antes de todos estos posts fuera de la programación, tengo uno a medio cocinar que es un auténtico tl;dr, donde enumero las películas, programas de tevé y escasas tres obras de teatro que he visto las últimas semanas: otro balazo en el pie, aleluya)

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