Mi problema del café

Tengo un problema de café en la oficina. Que no tengo. Que no puedo obtener buen café. Que mi aprovisionamiento de café es insuficiente, inestable e irregular. Sólo cuando llevo café de mi casa soy feliz. Pero, ¿cuándo puedo llevar café de mi casa? No siempre tengo tiempo. Ahora parece que podemos programar la cafetera, pero todavía no sabemos cómo. Y poner el agua, el filtro, el café, esperar a que esté, o con el expresso que ahora es otra opción de la cafetera, con la cucharita y a presión, también hay valioso tiempo perdido. De todas maneras, cuando llego, con todo y el termo, ya está un poco frío. Y calentarlo en el microondas de la oficina traiciona su propósito. Tengo las siguientes opciones a la mano: una) el asqueroso café de la oficina, el proverbial café sabor a calcetín que sin embargo, me informan, causa gastritis. Recurro a él sólo en situaciones extremas. Dos) el café del Círculo K, Punta del Cielo, que como puede ser bueno puede ser malo y a veces tiene un aroma rancio y desagradablemente intenso: es necesario rebajarlo con sustituto de crema y azúcar, lo que resulta indigno. Tres) el alto del día del Starbucks, que me acelera el pulso demasiado. Y agregarle leche deslactosada light todos los días es un gasto y unos minutos formada y un ablandamiento de mis ideales radicales que no me puedo permitir. Hay una cuarta opción oculta, el todavía más indigno café del Seven-Eleven. Jamás recurro a él. Hay una quinta opción, que creí era la buena, pero que resultó no serlo: la cafetera Nespresso de mi jefa. Me compré mis capsulitas, a un precio absurdo. No es bueno, no es práctico, no es barato. Lo descarté. Como último recurso, me compré café soluble. CAFÉ SOLUBLE. De ese tamaño es mi desesperación. Un Nescafé de granos tostados y verdes, con más antioxidantes que el té verde, indica. Peor es nada. Más o menos. Con una colega que padece la misma adicción hemos proyectado comprar una cafeterita y compartirla. Nunca lo haremos. Seamos realistas. ¿Cuándo caí tan bajo? En la universidad trabajé año y medio en el Dos Minutos café, que tenía una mezcla de café muy buena y a la que no me entregué sino hasta muy al final. Y ahora soy una adicta, una maldita coffee snob, todo el tiempo compramos café, probamos nuevos lugares, nuevos granos, nuevos tipos y alturas y tuestes. Nuestro favorito es el pluma Oaxaca. Lo descubrí cuando fui a Huatulco a lo de la investigación. Al otro día el hijo de don Octavio me llevó a ese pueblito, Pluma Hidalgo, a media hora de Huatulco sobre una montaña, con un microclima frío y neblinoso. Le compré un kilo a un viejito en un molino antiquísimo, oloroso a granos frescos. Es el mejor café que he probado. En el DF sólo lo venden en una oficina dentro de un edificio horrendo de la Condesa, sin moler, lo que no nos resulta práctico. Y busco, busco, busco. El café Do Brasil enfrente de la glorieta de Vertiz, al que le creí el show de la vejez y el molino gigante y las poquitas mesas. Un café veracruzano mediocre. A veces recurrimos al café molido de Starbucks. ¿Es indigno? Es indigno. Pero es mejor que nada. A veces tiene buen cuerpo, buena acidez. Pero seguimos añorando el pluma. ¡Ay! ¿Por qué todo es tan difícil en esta vida, por qué?

 

 

12 comentarios en “Mi problema del café

  1. ¿No te funcionaría una opción tipo http://www.mycoffeebox.com con entrega a tu oficina? Es una suscripción para que te entreguen café orgánico a domicilio y nunca te falte, aunque no sé si también te lo puedan entregar molido. Yo he tenido ganas de probarlo, aquí en la oficina siempre hay alguien que puede recibirlo, el caso es que he oído buenos comentarios y pues nada se pierde con probar. En mi caso a veces es la flojera de prepararlo y termino por recurrir a la salida fácil de correr a comprar un café en Starbucks o Chiquitito, este último por cierto muy rico pero tampoco esta como para gastarle diario.
    Lo cierto es que, como dices, el gusto se va afinando y tomar buen café se vuele tan orgásmico que el café de la maquinita o del Starbucks acaba siendo como tener mal sexo 😛

    • Ah, mira, no conocía ese lugar. Se ve bien. Puede que lo pruebe. No tienen, ejem, pluma de Oaxaca (es puro chiapaneco, y arabica), pero sí le voy a dar mi voto de confianza. Lo malo es que no me resuelve lo de la oficina. En la casa tenemos muchos cafés y una cafetera hermosa y reluciente, pero en la oficina es donde sufro, SUFRO SUFRO SUFRO *liga de adictos al café*

  2. Entiendo tu dolor, hace años agarré una gastritis chingona por culpa del café malo de oficina. También caí en la trampa del Nespresso pero solo porque lo anunciaba George Clooney 🙁

    El año pasado que fui a Huatulco compré uno llamado Xandan y está muybueno, de hecho tienen envío al DF y pagas por PayPal. http://bit.ly/1b2otOb (aguas, la página tiene música de fondo el sitio). ¿Has probado el de Emir? El tostado cubano no está tan malo aunque el resto no sé, algunos saben a café de Walmart

    La cafetera compartida es la opción, hay unas Oster de espresso que cuestan menos de mil pesos en el Sams (suben 500 u 600 mas si quieres capuccino). Te sugeriría prensa francesa pero no se si tengas donde calentar agua en la oficina (microondas traiciona el propósito). Si tienes estufa una Bialetti de 25 USD hace la chamba y te da café buenísimo http://www.amazon.com/gp/product/B000CNY6UK/ref=ox_sc_act_title_1?ie=UTF8&psc=1&smid=A3AF1U1W591VWV

    • Qué lindo que todos me recomienden tantas opciones. Es una logia esto del café. Revisaré ese oaxaqueño. La italiana sólo para la casa, porque en la oficina se conserva un microondas con todos los esfuerzos de los que somos capaces los empleados. En la casa tengo prensa francesa: no osaría conservar un artefacto tan bello aquí. Gracias, gracias, gracias.

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